Asomada en el balcón,
disfrutaba del alba,
mientras podía contemplar
la nieve de la montaña.
En aquel camino
lleno de ramas,
a lo lejos,
aparecía una gitana,
llevando un trozo
de hojalata.
En el resplandor del sol
se veía la escarcha
de toda la noche...
brillaba como la plata.
Observando el campo
el hombre, en la baranda,
percibía un olor
a albahaca.
Se acercó.
Y al mirarlas,
probó una y...
"¡Uy, qúe amarga!".
sábado, 22 de mayo de 2010
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